En el análisis económico de los años recientes se han perfilado cada vez con mayor claridad dos grupos de economistas, definidos y diferenciados en cuanto a su concepción, uso y confiabilidad de los métodos cuantitativos en general, y de la econometría y los modelos macroeconométricos en particular.
Por un lado se encuentran aquellos analistas económicos escépticos del uso de estos modelos y que, por tanto, consideran que los resultados numéricos derivados de ellos son prácticamente inútiles. Lo son -afirman- tanto porque es ocioso tratar de modelar (esquematizar o incluso caricaturizar) una realidad económica compleja, como por el hecho de que los supuestos en los que se basan (la mayoría de las veces) no son reales. En no pocas ocasiones consideran que la econometría se utiliza para probar numéricamente lo que de antemano se sabía o lo que se quería: es la justificación del pretexto.











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